"Sí, dicen que hay muchas cosas que vale la pena verlas..."
"Es cierto, es carilla, pero debe ser impresionante y, a nivel cultural muy rica..."
Estos son los comentarios más escuchados por las calles de la Ciudad Condal referentes a la Expo. Mucha gente ha ido, va o irá, mientras que otra se limita a soñar con ello.
Pero no nos engañemos, la creación de nuestra querida capital maña no es más que una nueva versión de "Forum de les cultures", que como su antecesor más próximo, responde a un cúmulo de inversiones especulativas de empresarios españoles y extranjeros.
Zaragoza, que a nivel económico no está para tirar cohetes (tal y como el resto de capitales españolas) y su ayuntamiento quieren subsanar el déficit con acontecimientos de este tipo, que comportan desembolsos sumamente importantes.
Las dimensiones económicas y mediáticas de la Expo son comparables a las de las futuras Vegas en los Monegros, un invento también mañico. En este segundo caso, también encontramos relaciones con el agua, pero no como temática, ya que al tratarse de un desierto, cuesta 3 veces más agua crear vida allí.
Y es que con acciones como éstas, que además cuentan con gran promoción y publicidad, se consigue un impacto mediático que acaba por llamar a la puerta del interés de la población. El fondo de la cuestión es márqueting puro que responde a los intereses de los empresarios inversores, quienes jamás querrían obtener un fracaso de asistencia y, por tanto, una significativa pérdida de dinero.
Pero ¿cuál es el verdadero target de la Expo08? Teniendo en cuenta que la entrada más simple cuesta 35€ diarios, más un plus por cada actividad que se realice o espectáculo que se vea, parece ser que no es exactamente algo enfocado a la clase media, que somos la mayoría. Si a ello le sumamos la estancia, la comida, la bebida, los recuerditos... la suma se eleva a más de lo que muchos podemos pagar.
Con ganchos como el interés cultural o la espectacularidad y magnitud de los eventos preparados en el recinto, se consigue arrastrar hasta la capital aragonesa a personas de toda clase, edad y color. Éstas se dejan muchos euritos allí que luego no se destinarán precisamente al Ayuntamiento de Zaragoza ni a los bienes públicos para el crecimiento económico. Así, lo de mejorar la imagen zaragozana y hacerla más internacional es una mera excusa para que la riqueza que la Expo genere no vaya a ningún sitio más que al de siempre: al de los bolsillos de los muchos listos con olfato de negocio que supieron apostar por la Expo en el momento adecuado.
Finalmente, todo acabará donde empezó y seguiremos siendo muy ordenaditos: cada oveja... a su correspondiente lugar.