Así como el Turó de la Peira forma parte de la Ciudad Condal, sin que nadie se entere; el personal administrativo también forma parte de los hospitales, aunque no luzca.
Y es que mientras este barrio no aparece en ninguna postal; auxiliares, secretari@s y el resto de personal de "gestión hospitalaria" tampoco tienen tanto éxito como "la milagrosa doctora" o "el santo doctor".
Sin embrago, no se debería olvidar que cuando alguien va a visitarse es porque un/a currante "del uniforme azul marino" hizo la reserva previa; que cuando un enfermo se opera y se cura, ha sido posible por quien gestionó las pruebas preoperatorias.
La buena cara de la salud, pública o privada, son los médicos (tal y como Paseo de Gracia, por ejemplo es la cara bonita de nuestra ciudad). Pero l@s doctor@s no son l@s únic@s que trabajan, puesto que el sistema se sostiene gracias a emplead@s que, cara al público, soportan broncas diarias de todos los pacientes descontentos.
A primera hora, entran al trabajo sonrientes, pero al terminar la jornada ya llevan acumuladas veinte o treinta sermones de aquellos enfermos a los que se les ha modificado la visita a causa de "motivos personales" que han llevado al "Doctor House" a anular la consulta.
A quien pide hora en julio se le da para octubre o noviembre porque en agosto el médico está de vacaciones y en septiembre ya está todo ocupado por los list@s y rápid@s que ya se saben el truquillo. Es entonces cuando el paciente "agarra un cabreo monumental" desconocido para el personal sanitario pero servido como primer, segundo plato y postre para el personal administrativo.
Sabemos que dicho sector del hospital no son el techo de éste, pero sí los cimientos; así como el Turó no atrae a alemanes sedientos de souvenirs flamencos ni a japos ansiosos por fotografiar todo lo que les rodea. De tanto en cuanto habría que recordar que cuando todo lo de los de arriba cuadra es porque la infinita paciencia de los de abajo lo soporta.