Xabier Arkotxa y tres de sus compañeros del Sindicato de Periodistas ofrecieron una conferencia en la Facultad de Comunicación de la UAB
Laura Román (Barcelona) El profesor de la asignatura Redacción Periodística en la Universidad Autònoma de Barcelona y redactor de El Periódico de Catalunya, Xabier Arkotxa, acudió el pasado viernes 28 de noviembre a la Facultad de Comunicación de la UAB, aceptando la invitación asamblearia.
El vasco-catalán y tres sus camaradas, tuvieron esta docente y productiva forma de apoyar la ocupación de las aulas en contra de Bolonya. Concretamente, fue la Aula 2 la que estuvo ocupada por los cuatro ponentes y unos 15 “ocupas” durante un poco más de hora y media.
Durante la animada y reivindicativa charla, se trataron temas actuales, importantes y necesarios para la reflexión de los futuros periodistas que nos formamos en esta Facultad. Entre ellos, la no regularización de la profesión en nuestro estado (en comparación al resto de estados de la UE, donde es un trabajo más y, como tal, hay normas que lo regulan). O bien, la precariedad de los contratos de prácticas; o la vinculación, cada vez mayor, de empresas y universidades, en una relación de semi-esclavitud de la educación, por el talante mercantil que ésta está adoptando en un proceso que se inició desde mucho antes de la IMPOSICIÓN del Plan Bolonya.
La posición del Sindicato de Periodistas de Catalunya, al igual que la de los otros únicos tres sindicatos más de periodistas en España (Madrid, P.Vasco y Galicia), respecto a la no regularización del periodismo, según informó nuestro profesor, era más relajada hace unos meses. Se presentó una especie de estatuto para dicha regularización, que llegó al Parlament. Pero, para agitación de los sindicalistas, este esbozo quedó totalmente paralizado a causa de la presión que las empresas informativas ejercen sobre los partidos políticos.
Evidentemente, para el Govern era más importante curarse en salud que escuchar a un sindicato que lleva años luchando por una profesión digna y de calidad, equiparable al resto, como mínimo. Ya que esta cuestión afecta a los periodistas en muchos sentidos y nos hace estar desprotegidos: sin un carnet que les acredite, sin una jerarquización entre licenciados y no licenciados, sin un documento con más peso que la firma de un rector, sin derecho a manifestación en contra de la línea editorial del medio para el que trabajan…
Así, los exgrandeshermanos nos quitan el trabajo; los periodistas del corazón se cotizan mucho más que los corresponsales de guerra que se juegan la vida a diario, por tal de ofrecer una información veraz y de calidad; un periodista sólo es reconocido como tal si una empresa lo contrata…
Ante tan penosa situación, los que ejercen la profesión y viven de ella prefieren, a día de hoy, guardar silencio y no poner en peligro su empleo y su estabilidad, adoptando una postura cómoda y descomprometida que hace dar pasos hacia atrás a las propuestas de regularización y a muchas otras relacionadas con una mejora del sistema de los massmedia.
Por su parte, el Colegio de Periodistas, también opta por no decir nada, ya que lo conforman muchos de los dueños de las empresas y los mismos interesados en que la iniciativa no se lleve a cabo.
De esta forma, nos encontramos ante una libertad tan mínima y tan manipulada, que es muy difícil cumplir con nuestra responsabilidad social y profesional en todas las vertientes.
Uno de los ejemplos que nombró X.Arkotxa fue Italia, donde un carnet de periodista y una titulación reconocida, regulada y firmada por el Ministro del Interior, guardan las espaldas de los informadores, además de garantizarles que dicho carnet será retirado en cuanto el ejercicio ya no sea el de periodista y sea el de director, general o de área, de alguna empresa.
El documento les avala en muchos más sentidos, como asegurándoles el derecho a toda una página de diario para manifestarse si la plantilla de redacción no está de acuerdo con lo que se está publicando.
La conferencia fue subiendo de tono. Hubo muchas preguntas sobre la precariedad de los becarios: las empresas los contratan para más horas de las 4 que marca el convenio con la Universidad, y para cubrir el puesto de un profesional en paro, de manera que no enseñan al estudiante en prácticas y a la vez se ahorran el sueldo de un trabajador y, por su puesto, su aportación por éste a la Seguridad Social. Además, no crean nuevos puestos de trabajo, ya que al terminar los seis meses, los sustituyen por otro becario. Así, ni aprende ni se motiva nadie. La televisión pública BTV, por ejemplo, contaba con tantos becarios que formaban el 80% de su plantilla inicial. Gratis, claro.
Por todo esto, la mayoría de estudiantes de periodismo solemos responder lo mismo cuando se les pregunta por su carrera “no es lo que me esperaba”. Porque bajo la mitificación de este trabajo, se encuentran una serie de dificultades con las que ninguno contábamos en primero y, erróneamente, no es hasta cuarto cuando nos planteamos ¿Dónde nos hemos metido?
Finalmente, sobre Bolonya también hubo chicha, puesto que quedo palpable la dificultad para los licenciados, acentuada por la implantación de dicho plan de estudios, de encontrar trabajo resultando los graduados frutos de Bolonya mucho más baratos de contratar para las empresas. Y se concluyó en que deben implicarse padres, profesores, alumnos universitarios y todos los demás alumnos en una iniciativa que combine el reconocimiento de las titulaciones a nivel europeo con una universidad pública de calidad y unos efectos que no precaricen a los futuros trabajadores y que no mercantilicen la enseñanza.
Laura Román (Barcelona) El profesor de la asignatura Redacción Periodística en la Universidad Autònoma de Barcelona y redactor de El Periódico de Catalunya, Xabier Arkotxa, acudió el pasado viernes 28 de noviembre a la Facultad de Comunicación de la UAB, aceptando la invitación asamblearia.
El vasco-catalán y tres sus camaradas, tuvieron esta docente y productiva forma de apoyar la ocupación de las aulas en contra de Bolonya. Concretamente, fue la Aula 2 la que estuvo ocupada por los cuatro ponentes y unos 15 “ocupas” durante un poco más de hora y media.
Durante la animada y reivindicativa charla, se trataron temas actuales, importantes y necesarios para la reflexión de los futuros periodistas que nos formamos en esta Facultad. Entre ellos, la no regularización de la profesión en nuestro estado (en comparación al resto de estados de la UE, donde es un trabajo más y, como tal, hay normas que lo regulan). O bien, la precariedad de los contratos de prácticas; o la vinculación, cada vez mayor, de empresas y universidades, en una relación de semi-esclavitud de la educación, por el talante mercantil que ésta está adoptando en un proceso que se inició desde mucho antes de la IMPOSICIÓN del Plan Bolonya.
La posición del Sindicato de Periodistas de Catalunya, al igual que la de los otros únicos tres sindicatos más de periodistas en España (Madrid, P.Vasco y Galicia), respecto a la no regularización del periodismo, según informó nuestro profesor, era más relajada hace unos meses. Se presentó una especie de estatuto para dicha regularización, que llegó al Parlament. Pero, para agitación de los sindicalistas, este esbozo quedó totalmente paralizado a causa de la presión que las empresas informativas ejercen sobre los partidos políticos.
Evidentemente, para el Govern era más importante curarse en salud que escuchar a un sindicato que lleva años luchando por una profesión digna y de calidad, equiparable al resto, como mínimo. Ya que esta cuestión afecta a los periodistas en muchos sentidos y nos hace estar desprotegidos: sin un carnet que les acredite, sin una jerarquización entre licenciados y no licenciados, sin un documento con más peso que la firma de un rector, sin derecho a manifestación en contra de la línea editorial del medio para el que trabajan…
Así, los exgrandeshermanos nos quitan el trabajo; los periodistas del corazón se cotizan mucho más que los corresponsales de guerra que se juegan la vida a diario, por tal de ofrecer una información veraz y de calidad; un periodista sólo es reconocido como tal si una empresa lo contrata…
Ante tan penosa situación, los que ejercen la profesión y viven de ella prefieren, a día de hoy, guardar silencio y no poner en peligro su empleo y su estabilidad, adoptando una postura cómoda y descomprometida que hace dar pasos hacia atrás a las propuestas de regularización y a muchas otras relacionadas con una mejora del sistema de los massmedia.
Por su parte, el Colegio de Periodistas, también opta por no decir nada, ya que lo conforman muchos de los dueños de las empresas y los mismos interesados en que la iniciativa no se lleve a cabo.
De esta forma, nos encontramos ante una libertad tan mínima y tan manipulada, que es muy difícil cumplir con nuestra responsabilidad social y profesional en todas las vertientes.
Uno de los ejemplos que nombró X.Arkotxa fue Italia, donde un carnet de periodista y una titulación reconocida, regulada y firmada por el Ministro del Interior, guardan las espaldas de los informadores, además de garantizarles que dicho carnet será retirado en cuanto el ejercicio ya no sea el de periodista y sea el de director, general o de área, de alguna empresa.
El documento les avala en muchos más sentidos, como asegurándoles el derecho a toda una página de diario para manifestarse si la plantilla de redacción no está de acuerdo con lo que se está publicando.
La conferencia fue subiendo de tono. Hubo muchas preguntas sobre la precariedad de los becarios: las empresas los contratan para más horas de las 4 que marca el convenio con la Universidad, y para cubrir el puesto de un profesional en paro, de manera que no enseñan al estudiante en prácticas y a la vez se ahorran el sueldo de un trabajador y, por su puesto, su aportación por éste a la Seguridad Social. Además, no crean nuevos puestos de trabajo, ya que al terminar los seis meses, los sustituyen por otro becario. Así, ni aprende ni se motiva nadie. La televisión pública BTV, por ejemplo, contaba con tantos becarios que formaban el 80% de su plantilla inicial. Gratis, claro.
Por todo esto, la mayoría de estudiantes de periodismo solemos responder lo mismo cuando se les pregunta por su carrera “no es lo que me esperaba”. Porque bajo la mitificación de este trabajo, se encuentran una serie de dificultades con las que ninguno contábamos en primero y, erróneamente, no es hasta cuarto cuando nos planteamos ¿Dónde nos hemos metido?
Finalmente, sobre Bolonya también hubo chicha, puesto que quedo palpable la dificultad para los licenciados, acentuada por la implantación de dicho plan de estudios, de encontrar trabajo resultando los graduados frutos de Bolonya mucho más baratos de contratar para las empresas. Y se concluyó en que deben implicarse padres, profesores, alumnos universitarios y todos los demás alumnos en una iniciativa que combine el reconocimiento de las titulaciones a nivel europeo con una universidad pública de calidad y unos efectos que no precaricen a los futuros trabajadores y que no mercantilicen la enseñanza.