jueves, 21 de enero de 2010

Vergüenza ajena


No me resulta difícil imaginar que en otros países la producción del contenido televisivo también pueda ser, en muchas ocasiones, vergonzosa. Sin embargo, me arriesgaría a afirmar que nuestro país es uno de los que se lleva la palma en este sentido, sobretodo por parte de las grandes cadenas (grandes en cuanto a niveles de audiencia: Telecinco, Antena 3…)

Concretamente, voy a centrar la atención en el particular caso de la reciente serie de Antena 3 90 – 60 – 90, Diario secreto de una adolescente. Como no es complicado observar, ya el propio título tira pa’atrás.

De la mano de una interpretación bastante pésima, en reglas generales, los protagonistas Mel (Esmeralda Moya, de quien, por supuesto, hay que creerse que tiene dieciséis años) y Bruno (Jesús Olmedo), nos traen una historia, del todo original, basada en el amor ‘prohibido’ que nace entre ellos, a partir de su relación profesional: la modelo y el fotógrafo.

El guión es realmente superficial y plagado de tópicos, como los de la bulimia y la anorexia, que además son enfermedades aquí tratadas sin el más mínimo tacto. Un guión que pretende demostrarnos, ayudado por la ambientación, la caracterización, la fotografía, las localizaciones y escenarios, y la delicadeza de su enfoque, que las únicas preocupaciones de las adolescentes de hoy son huir de las calorías, más rápido que el Correcaminos huye del Coyote; y estar siempre preciosas y perfectas para impresionar a todos los individuos del otro género.

Personalmente, el propósito de la serie me indigna. Querer ganar audiencia a costa de jóvenes, cuyas inquietudes tienen su base en las apariencias, me parece, ante todo, destructivo. Y es que la mayoría de canales de televisión, cuando producen contenidos con este patrón, se olvidan de su responsabilidad pública, que además de ser la del entretenimiento, es también la de la educación y el respeto. Pero bien, podríamos alegar que el aspecto didáctico de la serie, está, si más no, disimulado.
En mi opinión no sólo maleduca a sus espectadores, sino que esta serie favorece un status quo del mundo tan machista en el que aún hoy vivimos, ya que se vende la imagen de una mujer, que desde adolescente, crea sus pilares vitales en base al hombre y prefiere preocuparse por agradarle a él que por sí misma, entregándole sin condición su entonces mísera personalidad. Definitivamente, denigrante.