Como ya es de imaginar, el Vaticano y sus portavoces lo han atacado soberanamente tras esta decisión: "De todas las cosas que podía hacer, hizo la peor [...] su decisión constituye un duro golpe para todos los que luchan contra la masacre de vidas inocentes", dijo el ex presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Elio Sgreccia durante una entrevista con el Osservatore Romano (diario oficial del Vaticano).
Por su parte, el obispo Rino Fisichella, miembro de la academia y rector de la Universidad Laterana, dijo en entrevista con el Corriere della Sera: “Si éste es uno de los primeros actos del presidente Obama, tengo que decir con el respeto debido, que nos encaminamos rápidamente a la decepción [...] Obama ha tenido la arrogancia de quienes pueden decidir sobre la vida y la muerte ”.
El cardenal estadounidense Justin Francis Rigali, arzobispo de Filadelfia y presidente de la Comisión Episcopal Pro Vida, fue también uno de los primeros en alzar la voz “Una administración que quiere reducir el aborto, no debería otorgar fondos a organizaciones que lo practican y promueven como método de planificación familiar en los países en vías de desarrollo”.
El cardenal estadounidense Justin Francis Rigali, arzobispo de Filadelfia y presidente de la Comisión Episcopal Pro Vida, fue también uno de los primeros en alzar la voz “Una administración que quiere reducir el aborto, no debería otorgar fondos a organizaciones que lo practican y promueven como método de planificación familiar en los países en vías de desarrollo”.
El líder demócrata, que no había recibido objeciones por parte del conservador Partido Republicano, se enfrenta las críticas de la Iglesia en un tema tan sensible para la opinión pública.
Las críticas del Vaticano se suman a las inquietudes de los grupos protestantes evangélicos de que la decisión de Estados Unidos pueda presagiar un desmantelamiento mayor de los límites legales del aborto.
Los opositores de la prohibición al financiamiento han sostenido por años que la misma afecta a los más pobres del mundo, al negarles dinero a los grupos que pueden apoyar el aborto, pero que también trabajan en otros aspectos de la salud reproductiva (o lucha contra el virus del Sida).
Precisamente, la Casa Blanca dijo que la decisión alinea a Estados Unidos con otras naciones donantes que luchan contra la pobreza y el VIH y el Sida, promueven la planificación familiar y procuran la salud de las mujeres y de los bebés en 154 países.
La prohibición fue implementada por primera vez en 1984 por el entonces presidente Ronald Reagan. Luego, el gobierno de Bill Clinton la dejó sin efecto en 1993, hasta que Bush la reinstauró en 2001.
El tema del aborto es una polémica permanente en la sociedad estadounidense dividida entre los Pro-Vida, opuestos a la práctica como herramienta de planificación familiar, y los Pro-Derechos, que defienden el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo sin la intervención del estado.
Durante su gestión, Bush favoreció grupos generalmente vinculados a asociaciones religiosas que predican la abstinencia como herramienta de prevención del embarazo y la transmisión de enfermedades sexuales.
Según cifras de Naciones Unidas, EUA es uno de los países que más dinero destina al financiamiento de grupos de planificación familiar. Por eso se estima que la decisión de Obama beneficiará a muchas organizaciones que trabajan en países pobres en África, Asia y América Latina.
Portavoces de la Federación Internacional de Planificación de la Familia aseguraron a la BBC que con la llegada de Bush al poder tuvieron que cortar servicios de salud que prestan a las comunidades en África, ya que el gobierno estadounidense era su principal donante.
Según portavoces de la federación, durante el gobierno de Bush dejaron de recibir cerca de 100 millones de dólares y que sólo en el caso de Ghana, unas 50.000 mujeres habrían dejado de recibir servicios de salud.
Las críticas del Vaticano se suman a las inquietudes de los grupos protestantes evangélicos de que la decisión de Estados Unidos pueda presagiar un desmantelamiento mayor de los límites legales del aborto.
Los opositores de la prohibición al financiamiento han sostenido por años que la misma afecta a los más pobres del mundo, al negarles dinero a los grupos que pueden apoyar el aborto, pero que también trabajan en otros aspectos de la salud reproductiva (o lucha contra el virus del Sida).
Precisamente, la Casa Blanca dijo que la decisión alinea a Estados Unidos con otras naciones donantes que luchan contra la pobreza y el VIH y el Sida, promueven la planificación familiar y procuran la salud de las mujeres y de los bebés en 154 países.
La prohibición fue implementada por primera vez en 1984 por el entonces presidente Ronald Reagan. Luego, el gobierno de Bill Clinton la dejó sin efecto en 1993, hasta que Bush la reinstauró en 2001.
El tema del aborto es una polémica permanente en la sociedad estadounidense dividida entre los Pro-Vida, opuestos a la práctica como herramienta de planificación familiar, y los Pro-Derechos, que defienden el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo sin la intervención del estado.
Durante su gestión, Bush favoreció grupos generalmente vinculados a asociaciones religiosas que predican la abstinencia como herramienta de prevención del embarazo y la transmisión de enfermedades sexuales.
Según cifras de Naciones Unidas, EUA es uno de los países que más dinero destina al financiamiento de grupos de planificación familiar. Por eso se estima que la decisión de Obama beneficiará a muchas organizaciones que trabajan en países pobres en África, Asia y América Latina.
Portavoces de la Federación Internacional de Planificación de la Familia aseguraron a la BBC que con la llegada de Bush al poder tuvieron que cortar servicios de salud que prestan a las comunidades en África, ya que el gobierno estadounidense era su principal donante.
Según portavoces de la federación, durante el gobierno de Bush dejaron de recibir cerca de 100 millones de dólares y que sólo en el caso de Ghana, unas 50.000 mujeres habrían dejado de recibir servicios de salud.
Ya metidos en el siglo XXI, la Iglesia como institución aún se niega a amoldarse a los cánones de una sociedad más avanzada y transigente, pese a ser consciente de que ello le supone una pérdida de poder y protagonismo cada vez mayor ¿Cuándo llegará el momento en el que los obispos y demás cargos importantes de la Iglesia retrocedan en sus duras críticas contra todo aquel que luche por los derechos individuales de las mujeres? Y si nunca lo hacen ¿Cuándo dejara de importar totalmente su opinión a la sociedad?